Recuerdos a la hora de la siesta, de Emiliano Dionisi

“Detrás de toda gran obra, hay un gran artista y una manera distinta de ver el mundo”, dice Emiliano Dionisi, autor y director del espectáculo. “Las obras son puentes que estos artistas nos tienden para invitarnos a redescubrirnos, a mirar la vida de otra manera. A María, esa inmensa creadora, nuestra eterna gratitud”.

Esta comedia musical, escrita y dirigida por el joven talento argentino  Emiliano Dionisi es una invitación a recorrer el universo poético de María Elena Walsh. Lo más singular es que logra plasmar el imaginario de una de nuestras máximas creadoras de literatura para las infancias con los mejores recursos escenográficos, de coreografía, de actuación, con títeres y canciones. Demuestra un conocimiento profundo de los textos y canciones que María Elena dedicó a los niños argentinos, que pertenecen al patrimonio intangible colectivo, que se ha convertido en un clásico que atraviesa generaciones.

La obra de Dionisi dialoga con la obra de Walsh y lo demuestra a lo largo de 85 minutos inolvidables. La protagonista es María, una niña de aproximadamente diez años, rebelde y transgresora, que se presenta desde el comienzo en un diálogo entablado desde la platea con la artista que juega el rol de “presentadora” de la obra que estamos por disfrutar. Allí se inaugura una serie de rupturas de convenciones. La niña pregunta ¿por qué no se puede? cuestionando de esta forma a la presentadora que alecciona al público indicando acerca de lo que se debe o no hacer en una sala teatral: “no se puede comer, no se puede hablar, no se puede zapatear o caminar por las escaleras durante la función”.

Los vestidos de los protagonista: María, que es María Elena niña, su padre Enrique, un inglés nacido en Argentina, su mamá, Lucía Monsalvo y la presentadora, que se nombra como “Dora, la acomodadora” , así como de todo el elenco, son una creación original: atemporales y muy coloridos. La escenografía fija, representa la casa de los Walsh en Ramos Mejía con distintos sectores en donde aparecen y desaparecen los personajes que integran el mundo de la poeta. De la casa se dice que es: “grande como un castillo, con un laberinto de pasillos.”

No hay canciones de María Elena, las letras de las canciones son originales de la obra y la musicalización es con orquesta en vivo. Todos los actores bailan y cantan a la perfección. Los que estuvimos cerca de la orquesta pudimos apreciar una pequeña foto de la familia de María Elena, que pertenece a Sara Facio, la gran fotógrafa argentina, heredera de los derechos de propiedad intelectual de Walsh. No aparece en la obra la hermana Susana, dos años mayor, que no tuvo relevancia en la vida de la artista.

Los integrantes de la familia son disparadores de situaciones que se vinculan con la poética de la autora. El padre le regala una picadora de billetes, recordando al “último tranvía”; la madre que era una gran ama de casa y gustaba de la jardinería se ve amenazada por una enorme hormiga, que nos recuerda a Titina. Un personaje importante es “la nona”, vecina que enseñó a leer a María habilitándole la posibilidad de viajar a mundos imaginarios en brazos de Julio Verne o Cervantes. Así aparecen mezclados los personajes de los cuentos con intérpretes musicales como la Cenicienta sin zapato, Carlitos Gardel, la Valquiria de la ópera de Wagner, y hasta el Pequeño Larousse Ilustrado, que bailan con María.

Es extraordinaria la sátira de la enseñanza de la época, donde domina la escena una maestra  estereotipada: “María Castaña”, con todos los elementos de pedantería y severidad que muchos padecimos. Está rodeada de varios alumnos que se presentan en los típicos pupitres de madera, en este caso rodantes, que les permiten aparecer y desaparecer a gusto. Allí María descubre a la famosa letra irreverente: la “Plapla”, que aparece vestida al más puro estilo Courrèges de los ’60.

Inolvidables la escenificación del “cuentopo”: “Historia de una Princesa, su papá y el Príncipe Kinoto Fukasuka”, como la hora de tomar el té, con las tías británicas o el doctor con sus practicantes. 

La vida de María va evolucionando y se plantea en una hermosa escena, su paso por la Escuela Nacional de Bellas Artes. Allí dice que “la inquietud es mi vocación” y afirma “quiero descubrir qué quiero ser, los latidos del corazón nos marcan la dirección”

Una mención especial para los titiriteros que aparecen con los inmensos muñecos que representan a Osías, el osito en el bazar, al Perro Salchicha, al mono Liso y a un enorme Dailan Kifki. El hecho de que el elefante sea calado y aéreo logra plasmar materialmente al elefante que volaba con alas de tul, una genial creación de la imaginación de Walsh.

Dionisi demuestra a las claras que “no hace falta dormir para soñar” y que es un conductor experto en materia de hacernos soñar despiertos.  Es el mejor homenaje a una autora y a un país que la recuerda.

Gracias María Elena, 

Porque el idioma de infancia 

Es un secreto entre los dos.

Porque le diste reparo

Al desarraigo de mi corazón.


Fui consultada en la Agenda Revista de la Cuidad de Buenos Aires como especialista en la Obra de MEW para aportar mis apreciaciones sobre la obra.

Podés leerlo AQUÍ


Ver Ficha técnica de la obra

Premios y Distinciones de Recuerdos a la hora de la siesta

Premio Hugo de Oro 2019

  • Mejor espectáculo de la temporada
  • Mejor musical infantil y/o juvenil
  • Mejor dirección en musical infantil y/o juvenil (Emiliano Dionisi)
  • Mejor libro y/o letras de musical infantil y/o juvenil ( Dionisi y Martín Rodríguez)
  • Mejor coreografía en musical infantil y/o juvenil (Alejandro Ibarra)
  • Mejor música en musical infantil y/o juvenil” (Martín Rodríguez)
  • Mejor intérprete femenino en musical infantil y/o juvenil ( Lucía Baya Casal)
  • Mejor Vestuario Original (Marisol Castañeda)
  • Mejor Diseño de Escenografía (Gonzalo Córdova Esteves)

Premio ACE

  • Mejor obra de teatro Infantil 2018-2019
  • Mejor Coreografía (Alejandro Ibarra)
  • Mejor Música Original (Martin Rodriguez)

Premio ATINA

  • Mejor espectáculo para Niños
  • Mejor Interprete Femenina ( Lucia Bayá Vasal)
  • Mejor Interprete Femenina ( Andrea Lovera)
  • Mejor Dirección: (Emiliano Dionisi)
  • Mejor Dramaturgia (Emiliano Dionisi)
  • Mejor Música original (Martín Rodriguez)
  • Mejor Diseño de Escenografía ( Gonzalo Córdoba Esteves)
  • Mejor Diseño de Títeres y Objetos ( Walter Lamas & Román Lamas)
  • Mejor diseño de vestuario (Marisol Castañeda)
  • Mejor Coreografía (Alejandro Ibarra)
  • Mejor Producción (Complejo Teatral de Buenos Aires)

Nominaciones

Premios Hugo

  • Diseño de luces (Verónica Alcoba) 
  • Producción General (Complejo Teatral de Buenos Aires)
  • Mejor Producción Integral (Complejo Teatral de Buenos Aires)
  • Mejor Interprete masculino en Musical Infantil y/o Juvenil (Mariano Mazzei)
  • Mejor interprete Femenino en musical Infantil y/o Juvenil ( Andrea Lovera)

Premios ACE

  • Mejor Dirección Musical (Martin Rodriguez)
  • Mejor Vestuario (Marisol Castañeda)
  • Mejor Escenografía (Gonzalo Córdoba Esteves) 

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