La poesía en la primera infancia

En este artículo hablaremos de la poesía en la primera infancia, su origen y desarrollo, como modo de introducción al lenguaje de los niños.
Quiero tiempo pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Por favor me lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador. Marcha de Osías

El juego y el lenguaje

La psicología se ha ocupado de desentrañar el sentido del juego y la vital necesidad que el niño tiene de él. Es jugando como el niño desarrolla su capacidad de simbolizar representando una cosa por otra. Así estructura su lenguaje, que es la sustitución del objeto por la palabra. En sus juegos el niño representa personajes, situaciones, roles que está viviendo. Comprende mejor el ambiente que lo rodea y lo adapta a sus intereses, rehaciendo la realidad a su manera. La función simbólica del lenguaje es la facultad del niño que le permite representarse con palabras los objetos, seres, lugares, que no percibe “aquí y ahora”. El aprendizaje de la lengua materna que comienza con balbuceos y repeticiones de sílabas entre los seis y nueve meses, se va desarrollando hacia la palabra-frase, alrededor del año o año y medio de vida. Donde se expresa una idea mediante una sola palabra, hasta llegar alrededor de los dos años a oraciones sencillas con sustantivo y verbo. El lenguaje se va afianzando mediante los juegos con las palabras, y este juego tiende a estructurar en el niño el razonamiento, a medida que progresa nombrando lo que lo rodea y expresándose con oraciones cortas.  

La Poesía y el juego

El juego con las palabras es usar la lengua por puro placer, desviándose de su finalidad esencial de comunicación. El bebé juega con la materialidad del significante, para apropiarse del lenguaje internalizándolo. Y a la vez poder diferenciarse del resto de las personas por el uso peculiar que hace de ese lenguaje. El niño, sin ser consciente de esto, hace uso de la función poética del lenguaje como la definió el lingüista Roman Jakobson donde se coloca el acento en el mensaje como tal. Los niños pequeños sin saberlo juegan con el código lingüístico en un nivel fonético, morfológico, sintáctico y semántico, como lo hace un verdadero poeta.  

El lenguaje es producido por el cuerpo y resuena en el cuerpo.

El bebé descubre poco a poco los sonidos y luego las sílabas que va repitiendo sin cesar, sumergiéndose en el mar de las palabras del lenguaje materno con un goce sensual independiente de su posible significación. Este placer inicial despojado de intenciones comunicativas se relaciona con la actitud poética de juego con el lenguaje, que define la esencia poética. Todo poema sencillo, retahíla, fragmento de poema memorizado y repetido en forma oral por el niño, le pertenece, se integra con su cuerpo, le permite fantasear a partir de las palabras, inventar lo no-dicho. Es un objeto de lenguaje que puede interiorizar. Pero al mismo tiempo también puede proyectarlo fuera de sí, exteriorizarlo, repetirlo, modificarlo, diciéndoselo a otras personas o a sí mismo en juego incesante.  

Los orígenes del lenguaje poético

En los orígenes de la humanidad, antes de la aparición de la escritura, el lenguaje poético, constituyó un instrumento mnemotécnico que ha permitido conservar y transmitir todo lo que asegura la perennidad de una cultura. La métrica sirvió para garantizar la continuidad de un texto que se trasmitía oralmente de generación en generación.

Se escribía en verso lo que se deseaba preservar de los deterioros de la memoria:

Ritos, genealogías, conocimientos agrícolas, náuticos, jurídicos y todo texto que fuese vital para la supervivencia de la comunidad. Estos textos arcaicos en verso no se escribían con una expresa búsqueda estética, sino que tenían un objetivo funcional, de carácter mágico, histórico o jurídico. Esta forma de memoria colectiva se ha mantenido hasta nuestros días en determinadas culturas. En algunos lugares de África por ejemplo todavía se conserva una especie de memoria colectiva oral transmitida por narradores de cuentos, cantores o hechiceros. Los niños de esos contextos culturales participan desde muy pequeños en los momentos de la vida del grupo. Se impregnan de distintos saberes por medio de esos discursos referidos a leyendas de su pueblo, a su historia, a las ceremonias religiosas relacionadas con el nacimiento, la iniciación, el casamiento o la muerte. Los grandes poemas de la antigüedad: los de Homero, los Vedas, el Mahabharata, el Ramayana o las sagas escandinavas, tuvieron origen oral. Aunque sea difícil considerarlos hoy en tal sentido porque hace mucho que fueron fijados por la escritura y dejaron de circular oralmente.

La poesía en su función original como factor de la cultura primitiva, nace en el juego y como juego.

La poesía enraizada en las culturas humanas sobrevive en los juegos infantiles folklóricos con las infinitas variantes de las retahílas. Poemas breves a menudo disparatados a los que los niños atribuyen sentidos que imaginan aun sin conocer el vocabulario. Los niños pequeños retienen en el cuerpo las pulsaciones rítmicas y las palabras de las retahílas. En éstas el niño percibe el sentido de la forma como un placer sensual antes que cualquier otra cosa. Lo primero que los niños buscan en la poesía es un ritmo.  Un ritmo de lenguaje que conlleva frecuentemente como en el caso de la retahíla, un componente rítmico ligado al cuerpo.   "Juegos de Niños" Pieter Bruegel  

El texto poético

Todo texto poético es un discurso singular. Es un texto que juega con el lenguaje y utiliza distintos recursos que ponen el acento en el mensaje mismo, a diferencia de otros discursos basados principalmente en la comunicación de un referente. La función poética no es la única del arte del lenguaje pero sí su función predominante, en tanto que en las demás actividades verbales desempeña un papel accesorio. Esta función pone en evidencia el carácter palpable de los signos. Es el arte de evocar y sugerir sensaciones, emociones e ideas mediante un uso particular de la lengua, que juega con las sonoridades, los ritmos y las imágenes. El poema presenta una realidad creada por el lenguaje que trata de traducir la relación dialéctica entre una percepción externa del objeto y una visión interna del mismo. Para esto el poema trabaja con figuras retóricas que producen diferentes connotaciones. Hay innumerables recursos que los poetas emplean para provocar diferentes efectos de sentido con la materia del lenguaje, de los cuales la imagen y la metáfora son los más conocidos, que permiten conectar el traspaso entre la realidad aludida y la visón personal del autor. Para facilitar la memorización la poesía tiene un lenguaje rítmico definido por el verso. Cada idioma usa diferentes procedimientos para adecuar el lenguaje a un ritmo que depende de reglas para construir rimas y acentos. Los cuales permiten crear y mantener determinadas estructuras fónicas y de entonación a las que el oído se acostumbra permitiendo la memorización.  

La poesía en el Nivel Inicial

Para la gran mayoría de los niños de hoy que residen en las ciudades, los primeros contactos con la poesía no se sitúan ni en la familia ni en el entorno social inmediato. Es en la escuela donde perfeccionan su lenguaje, afinan sus sentidos, comienzan a percibir la base escrita de la lengua materna. Allí también descubren la retahíla, el pequeño texto poético, el discurso para jugar y bailar. La apropiación del lenguaje de comunicación más elemental, pasa por la percepción integrada en el cuerpo y en el aliento de los ritmos. Que únicamente el lenguaje de la retahíla y el poema pueden proporcionar con rigor y placer. Una de las dificultades que encuentran los niños en el aprendizaje de la lengua es la fluidez expresiva. Saber dos versos, una pequeña retahíla, una canción, es una manera de adquirir seguridad en cuanto a su capacidad para encadenar varias palabras. El folklore revela que hacia mediados del siglo XIX la madre, la abuela o el ama de cría, tenían casi siempre la costumbre de dormir al niño pequeño con canciones de cuna. La nana introduce muy temprano en el oído, en el cuerpo, en la vida del niño, una forma de discurso distinto de los demás, con acompañamientos y ritmos variados.

Por medio de estas canciones de cuna se establece el vínculo de la criatura con su tradición cultural y se le abre la puerta de entrada al reino de la imaginación.

 
El acto de escribir para los niños significa reconstruir o reinventar una tradición rota o fragmentada. Reconstruir datos dispersos de la propia infancia, reconstruir la infancia de los niños actuales, amenazados en su inocencia por toda una sociedad insensible. Reconstruir de alguna manera la relación a menudo defectuosa entre padres e hijos: un verso, una canción pueden ser lazos de reunión. La poesía es en definitiva reconstrucción y reconciliación, es el elemento más importante que tenemos para no hacer de nuestros niños ni robots ni muñecos conformistas, sino para ayudarlos a ser lo que deben ser: auténticos seres humanos.
Este texto pertenece a la conferencia de María Elena Walsh surgida de la invitación a participar en las Jornadas Pedagógicas de la Organización Mundial de Enseñanza Preescolar en 1964. La ponencia tiene claras definiciones que fundamentan la enseñanza de la poesía en el Jardín de Infantes. La vigencia de estas palabras de Walsh señala que aún hay mucho camino para recorrer en el empeño para conseguir desde el Nivel Inicial formar el gusto por la buena poesía. Con su lucidez habitual denuncia una situación y plantea que sin la ayuda de la escuela. La familia sola no puede hacer frente a la permanente invasión de las diferentes solicitaciones de los mensajes de la sociedad de consumo. Así como los vínculos familiares que se establecen en los primeros años son los que moldearán la personalidad del chico. Es importante acercar la poesía en esta primera etapa de su vida para sentar las bases de una buena relación con la Literatura. Esto favorecerá un desarrollo del imaginario, y podrá aportar soluciones creativas en los momentos críticos de la vida adulta. El comienzo del interés por la lectura y los hechos del lenguaje comienzan en el hogar y continúan de la mano de la maestra en el Nivel Inicial. Allí el niño aprenderá nociones de poesía y cuento que lo marcarán en la apreciación futura de textos literarios. En este nivel podrá desarrollar su imaginación y despertar el gusto por el cuento. La escuela cumple un importante rol en la formación de lectores: brindar variadas posibilidades de lectura para estimular a la mayoría de los chicos que no tienen biblioteca en sus hogares, ni abuelas narradoras.   Fragmento del libro: «MARÍA ELENA WALSH O LA COHERENCIA DEL DISPARATE» Alicia Origgi, San Miguel de Tucumán,  Ed. AALIJ, 2017. I.S.B.N.: 978- 987-46164-3-2  

Este libro ha sido distinguido el 11 de diciembre de 2018 con la FAJA DE HONOR de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en categoría ENSAYO.

 

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